La creciente tendencia de llevar a los niños a terapia hay que cuestionarla para ver si esta práctica siempre es beneficiosa y explorar los posibles efectos negativos de la sobreprotección y la «sobrepsicologización» de la infancia.

Puntos clave:

  • Aumento de problemas psicológicos en jóvenes: A pesar de una mayor atención a la salud mental, los trastornos como la ansiedad y la depresión han aumentado.
  • Influencia de la tecnología: El uso excesivo de redes sociales y dispositivos móviles se señala como un factor contribuyente a la crisis de salud mental.
  • Riesgos de la terapia innecesaria: La terapia puede tener efectos negativos si se aplica de forma innecesaria, generando dependencia y socavando la resiliencia.
  • Criterios para discernir la necesidad de terapia: Algunas cuestiones a considerar para saber si no es necesario llevar al hijo a terapia:
    • Cuando el problema no ha sido detectado por las principales fuentes educativas del menor,
      como la familia, el colegio o los amigos.
    • Cuando el problema está encapsulado en una única área de la vida.
    • Cuando la motivación para acudir al psicólogo es preventiva, es decir, buscar evitar que un
      problema menor escale.
    • Cuando la idea de ir al psicólogo surge únicamente después de que otra familia comparta su
      experiencia positiva en terapia.
  • Efectos yatrogénicos de la terapia: La propia intervención terapéutica puede causar perjuicios, especialmente cuando se presenta como una solución universal.
  • Importancia de la crianza equilibrada: Es necesario que los padres recuperen la confianza en su capacidad para criar a sus hijos, estableciendo límites y fomentando la autonomía.
  • El valor de la experiencia parental: El amor y la dedicación de los padres son fundamentales, y la experiencia personal y el sentido común son herramientas valiosas en la crianza.
  • Critica a los expertos de redes sociales: Los expertos de redes sociales dando consejos superficiales pueden llevar a confusión y hay que valorar más la experiencia personal y el sentido común.
  • El «no pasa nada» de antes: Valorar la sabiduría de los padres de antes, que con un simple «no pasa nada» enseñaban a sus hijos a superar los pequeños problemas de la vida.

Hay que abogar por un enfoque equilibrado que combine el cuidado emocional con el fomento de la resiliencia y la autonomía en los niños.