No todos los géneros musicales se deben escuchar

Aunque está demostrado que escuchar música puede aportar muchos beneficios y es algo muy entretenido y edificante, no debemos perder de vista que hay géneros musicales que por sus letras y sus ritmos no son recomendables. Y de un modo particular hay que evitar que los niños y los adolescentes los escuchen, ya que su cerebro y su personalidad se están moldeando.

Seguramente haya una canción que le recuerde a un momento concreto de su vida y otra que con sólo escucharla le haga torcer el gesto. Y es que la música es capaz de mover nuestro corazón, de emocionarnos hasta el extremo o de hacernos llorar como a un niño pequeño. Sabiendo el poder que tiene la música, está en nuestra mano elegir intencionalmente qué pensamientos, sensaciones y estados de ánimo provocar en nuestro interior con las canciones y los ritmos musicales que escogemos.

Música y cine

Un ejemplo claro de cómo la música puede llegar a nuestro corazón y a nuestro cerebro es el cine. Las bandas sonoras han sido claves en el cine desde el nacimiento de este. Las escenas cambian mucho en función de la música que las acompaña. La música refuerza la carga emocional de las imágenes y puede dotar a cualquier escena de un toque romántico, siniestro, tétrico, agobiante… De la misma manera alguien puede dejarse llevar por distintas emociones en función de la música que escucha en cada momento.

Alerta al reguetón

Hoy asistimos a un momento en que la música comercial y las más escuchadas son en muchos casos poco o nada recomendables. Que la música se modernice no es malo en sí mismo, pero es cierto que los valores que predominan en muchos aspectos de la cultura actual son contrarios a las buenas costumbres y a la fe. Pongamos el ejemplo del reguetón. Por un lado, tiene una vertiente doctrinal, pues “muchas de sus canciones lanzan mensajes que llevan a la sensualidad, a la aceptación de los placeres, al pecado, al odio, a la violencia, etc.”, explica el hermano Esteban Taboada, EP, que posee estudios superiores de Música. Por otro lado, este ritmo tiene una vertiente de gran pobreza intelectual, pues usa un lenguaje vulgar y expresiones soeces y mal formuladas que no hacen más que minar el intelecto de quienes lo escuchan.

Pero no sólo debemos atender a las letras. “Sus ritmos pegadizos y repetitivos crean por un lado tensiones corporales”, comenta el hermano Taboada y, por otro, hacen que, con escucharlas tan solo una vez, sus ritmos queden clavados en nuestro cerebro o que incluso nos veamos cantando algunos de esos versos sin saber siquiera dónde los hemos escuchado. De algún modo este tipo de música se mete en nuestra cabeza sin preguntar; por ello no debemos abrir una rendija e introducirla entre nuestro repertorio. Tampoco podemos olvidar que no hay canción moderna que se precie sin un videoclip donde, en muchos casos, se exagera la sensualidad, la opulencia o la violencia.

“Una persona puede dejarse llevar por ciertas emociones en función de la música que escucha”

Efecto de la música clásica en la salud

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal Paulista, en Brasil, en colaboración con la Facultad de Juazeiro do Norte y de la Universidad Oxford Brookes, Inglaterra, constató que la música intensifica los beneficios de los medicamentos antihipertensivos durante un corto período de tiempo después de recibir la medicación. Uno de los hallazgos de este estudio hace referencia a la música clásica. Según sus conclusiones, escuchar música clásica favorece la relajación y reduce la frecuencia cardíaca. “La música clásica activa el sistema nervioso parasimpático (responsable de las respuestas del cuerpo ante la calma y el descanso en situaciones tranquilas, como ralentizar los latidos del corazón y reducir la presión arterial, la adrenalina y el azúcar en la sangre) y reduce la actividad del sistema simpático (que puede acelerar los latidos del corazón)”, explica uno de los investigadores. Y añade que “hemos detectado que los medicamentos antihipertensivos tenían efectos más intensos en la frecuencia cardíaca de los pacientes cuando escuchaban música clásica”.

Cuidado con el rock

Pero el reguetón no es el único género musical que deja secuelas en nuestra alma. Durante muchas décadas el rock ha sido uno de los estilos musicales más escuchados. Y aunque no podemos generalizar, sí es bastante común entre las bandas de rock incluir letras en sus canciones y discos que hacen alusión al diablo. Desde la década de los 80, muchos de los grupos más conocidos de este género incluyeron en sus letras y en los títulos de sus álbumes referencias al demonio. Algo que, lejos de ser inocuo, apuesta por el maligno a las que ningún cristiano debería acercarse.

Estos ritmos “escapan generalmente de los cánones de armonía y de belleza propios de la música”, asegura el hermano Taboada, y explica que él en ocasiones escucha cierto tipo de música “cuya desarmonía físico, mental, psicológico por el hecho de que predomina en ellas un desorden armónico y rítmico”. Y lo compara con comer un plato en el que se mezclen todo tipo de sabores: “Si a un hombre le das una comida que mezcla ácido con amargo, con dulce, con sal y con azúcar, al final causa un rechazo, un malestar corporal. Lo mismo pasa cuando no se cumple esa armonía de los sonidos: causa malestar”.