(Ref igualesydiferentes.com)

¿Es educación segregada la escuela diferenciada? El eterno debate en contra de la educación ­diferenciada consiste en si propone un modelo que ofrezca a niños y niñas igualdad de oportunidades o si, por el contrario, perpetúa una serie de estereotipos ­negativos. Pero ¿qué opinan los expertos?

LA EDUCACIÓN diferenciada (para algunos «educación segregada») está constantemente en tela de juicio, especialmente por distintos grupos políticos e ideológicos que desean ver cómo se retiran los conciertos a colegios que ofertan esta opción. Es una discusión tan encarnizada, que hasta el Tribunal Constitucional tuvo que pronunciarse en 2018. La conclusión que publicó es que la educación diferenciada no es discriminatoria ni anticonstitucional.  

María Calvo, presidenta en España de EASSE (European Asociation for Single Sex Education), asegura en su corto pero revelador vídeo Claves de la educación diferenciada (Beta Films, 2022), que los grandes mitos en contra de las escuelas diferenciadas han sido superados: 

“Ya no es un asunto que tenga que ver con el rendimiento académico, los estereotipos sexuales, una posible discriminación por razón de sexo, o con que se trate un modelo elitista”. Aun así, la controversia sigue. Es decir, se distingue la educación diferenciada de la antigua educación segregada.

Es importante destacar que no se trata de absolutizar el modelo de educación diferenciada sobre el mixto, pero sí que es bueno ofrecer a los padres información para que tengan libertad a la hora de elegir la educación que quieren para sus hijos.

“Al diferenciar, el beneficio aparece solo: niños y niñas aprenden de forma distinta” 

Cuatro grandes mitos

En Misión hemos querido repasar esos cuatro grandes mitos que se esgrimen en contra de la educación diferenciada y ver qué hay de fondo en el planteamiento que intenta perpetuarlos y que, al parecer, responden a la antigua educación segregada.

Mito 1. Fomenta la desigualdad académica

Este mito ha sido superado, ya que estudios internacionales en Inglaterra, EE.UU. o Canadá sitúan en los puestos más altos de resultados educativos a los colegios de educación diferenciada.  También en España los rankings han situado en los primeros puestos a colegios de educación diferenciada en los últimos años.

Antonio Sastre, director de Formación de los Colegios del Regnum Christi en España, asegura que al contrario de lo que se piensa, en la educación diferenciada los procesos formativos pueden optimizarse: “El beneficio de la educación diferenciada aparece solo”, asegura, “porque si niños y niñas aprenden de forma distinta, habrá que enseñar de manera distinta”. 

Mito 2. Perpetúa los estereotipos sexuales

Uno de los argumentos más esgrimidos es que la escuela diferenciada perpetúa estereotipos sobre los sexos, eso es lo que realizaba la educación segregada. Sin embargo, varios estudios realizados en Inglaterra, por poner un ejemplo, demuestran que las chicas que asisten a escuelas diferenciadas optan entre 3 y 6 veces más por carreras tecnológicas que en las escuelas mixtas.

Por otro lado, los grandes beneficiados son los propios varones:  “La diferenciación beneficia al chico en los estudios y le ayuda a no verse acomplejado por la clara superioridad académica de las chicas”, sostiene Sastre. Y es que habitualmente ellos repiten el doble que las chicas.

Según explica María Calvo, en las escuelas mixtas, al no poder compararse académicamente con sus compañeras,  “muchos chicos posicionan su rol a través de actitudes sexistas, de violencia machista”. 

Mito 3. Discrimina por razón de sexo al ser educación segregada

Falso. La educación diferenciada “no es educación separada” (o educación segregada),  afirma Sastre. “Simplemente diferencia para dar a cada sexo lo que necesita por las peculiaridades cognitivas, afectivas y relacionales de cada uno”.

Como explica Calvo en su libro Los niños con los niños, las niñas con las niñas (Almuzara, 2005)“La curva del ritmo de desarrollo de los varones discurre más lentamente (…) lo que provoca que muchos chicos queden retrasados respecto a las chicas, y sufran frustración, desánimo…”. 

Por el contrario, cuando un colegio -propone educación diferenciada (no educación segregada), atiende a niños y a niñas de acuerdo con sus necesidades particulares: distintos ritmos de maduración, fortalezas y debilidades propias de cada sexo, etc. 

Mito 4. Es un modelo elitista

Por último, se ha demostrado que es justo al revés: en países como EE. UU. hay estudios que demuestran que estos modelos están teniendo mayor éxito en barrios con menos recursos como El Bronx o Harlem en Nueva York.

Un asunto antropológico

Dicho todo lo anterior, la pregunta es: si los beneficios saltan a la vista, ¿por qué se ataca la educación diferenciada hoy en día? ¿Por qué se le confunde con la educación segregada? En este sentido, Calvo explica que se debe a que  “la teoría de género lo ha empapado todo”. Hoy se considera que no hay nada biológico o natural en el ser humano. Esta ideología  “desnaturaliza”  a la persona hasta llegar a considerar que  “la masculinidad y la feminidad son construcciones sociales, que la orientación y la identidad sexual se pueden elegir, y que ser varón o ser mujer es un mero sentimiento”, puntualiza.

En resumen: se ha llegado a negar el fundamento antropológico esencial del ser humano, la alteridad sexual, hasta el punto que estamos viendo  “una mutación antropológica” e, incluso, advierte Calvo, “una nueva metafísica”. 

Y aunque es cierto que el cerebro de hombres y de mujeres es igual, la influencia hormonal (testosterona vs. estrógenos/oxitocina) genera diferencias en unos y otros que hay que tener en cuenta si se pretende conseguir una igualdad real de oportunidades. De ahí que, tal y como concluye Sastre, es preciso que se elija el modelo que se elija, no se pierda de vista la necesidad de abordar la educación con una antropología adecuada:  “Los resultados son siempre mejores solo cuando se atiende a la antropología femenina y a la masculina”.

En busca de una igualdad real

María Calvo explica las diferencias entre niños y niñas en las etapas biológicas del crecimiento cerebral. Y advierte de que cuando estas diferencias no se conocen, los que más sufren son los chicos: “Muchos de ellos tiran la toalla pensando que  la educación ‘es cosa de chicas’”.  

1. Ritmos de maduración cognitiva. El cerebro de niños y niñas no madura al mismo ritmo. Las niñas son más precoces, especialmente su hemisferio izquierdo, dedicado a las habilidades lingüísticas y verbales, el cual madura hasta dos años antes que en los chicos. Una niña de 6 años puede leer y escribir como lo haría un niño de 8. Por otra parte, la psicomotricidad de las niñas es más distal (cogen el lápiz con más habilidad) y en los chicos es más axial (lanzan mejor los objetos, algo que no se les pide especialmente para tener éxito en los estudios escolares). 

2. Estrategias cognitivas predilectas. Los chicos, debido a la testosterona, son más competitivos y más objetivos, y tienen un pensamiento más deductivo. Las chicas, por su parte, son más colaboradoras, retienen mejor los datos subjetivos y tienen pensamiento más inductivo… “Conviene conocer estas diferencias para que cada sexo pueda aprender las habilidades cognitivas del sexo opuesto y enriquecerse”, apunta Calvo.

3. Comportamiento. La testosterona provoca un crecimiento muscular en los chicos entre los 6 a los 12 años. Esto hace que los niños necesiten moverse mucho más y por eso suelen ser más “indisciplinados”. “Hay estudios que demuestran que necesitarían hasta 8 descansos, mientras que a las niñas les bastaría con uno durante la jornada escolar”, comenta Calvo. A su vez, los chicos sienten “alivio biológico” moviéndose, mientras que las niñas lo experimentan comunicándose. 

4. Maduración del córtex frontal. Este parte del cerebro está destinada a la limitación de impulsos y a aplazar la gratificación, es decir, al autocontrol. “En los chicos no madura hasta aproximadamente los 25 años, de manera que, en general, los niños necesitan más límites que las niñas”, explica la autora de La educación diferenciada en el s. XXI. Regreso al futuro (Iustel, 2016).